La Deuda de Sangre, Capítulo 3

897438sangre-300x275Tras un pequeño retraso por la intervención de algunos mortífagos en nuestras comunicaciones, regresa el Fanfic Colaborativo La Deuda de Sangre, en su tercer capítulo. Hoy, tenemos el gusto de presentarles a una nueva colaboradora S.C quien gentilmente nos envió su continuación de capítulo al correo electrónico sextantedeplata@ciudad.com.ar . ¡Les recomendamos a los que gusten de escribir que hagan lo mismo!

Este Fanfic está tomando nuevos matices, así que envíennos sus sugerencias y capítulos, los estaremos esperando. Recuerden que en nuestra página de Facebook y nuestra cuenta de Twitter tenemos trivias, noticias y ofrecemos adelantos de lo que ocurrirá en el fanfic.

No los demoro más:

LUMOS…

Harry Potter y la deuda de Sangre

Capítulo 3

Sorpresa

Por S.C

Solo de pensar cómo se enojaría Ginny por no estar presente en su propio cumpleaños Harry sentía escalofríos. Aunque seguía conservando su ternura de siempre, los años y las circunstancias la habían hecho fuerte, de un temperamento difícil.

Harry tomó un traslador desde Azkaban y cuando apareció en el Ministerio se sostuvo por un instante de la viga de una pared cercana ya que se sentía algo mareado. Esperaba encontrar a su esposa, pero a esa hora en el Ministerio la única compañía eran los aurores de guardia y una nota:

«Espero que todo esté bien, pero no te salvas de faltar a tu propio cumpleaños Harry Potter.

Con amor, Ginny. »

La letra elegante de Ginny logró arrancarle una sonrisa. ¡Cuánto la amaba, y a sus hijos; por fin tenía una familia, amigos, todo lo que siempre soñó! Hacía muchos años que un día como aquel, de su cumpleaños, su vida había dejado de ser gris. En esa época se preocupaba por vestir la ropa vieja y gigante de Dudley, y vivía junto a los Dursley.

Lo último que supo de ellos fue que tío Vernon había muerto, ya de viejo; que tía Petunia había regresado a su perfecta casa de Privet Drive, y su primo se había casado con Eleonor una joven simpática que conoció en la universidad mientras estudiaba administración y ella derecho. Dudley no tenía hijos varones, solo una hermosa niña, Samanta, quien tendría ya unos diez u once años, los mismos que él tenía cuando todo su mundo cambió, cuando se enteró que no estaba solo, que tenía personas preocupadas por que él estuviese bien.

Fue inevitable pensar en las muchas personas se sacrificaron por él: su padre protegiéndolo; su madre dando la vida para que él viviera; Hagrid, quien siempre estuvo pendiente de cualquier cosa que pudiese necesitar… El corazón de Harry se estremeció al recordar que su padrino murió por protegerlo, que Dobby incumplió la promesa de no salvarle la vida, y una lágrima cayó cuando vino a su mente todo lo que vivió al lado de Dumbledore, lo que aprendió junto a él; Snape, a quien había juzgado tan mal, pero solo quería salvarle la vida, por el amor que aún le tenía a su madre.

«Era un gran hombre» pensó.

Ellos ya no estaban para protegerlo o ayudarlo, ahora él era jefe del departamento de aurores, él ahora tenía la responsabilidad de velar por la seguridad de sus seres queridos, sin importar qué tuiera que sacrificar, así fuera su propia vida como hicieron muchos en el pasado.

«Este cumpleaños me pone nostálgico»

Sin embargo, solo necesitaba unos minutos de soledad para recordar en silencio a todos los que habían ehecho posible que cumpliera un año más de vida, pero que no podrían visitarlo. Cuando más absorto estaba en sus pensamientos se abrió la puerta de la oficina y Harry pegó brinco de la silla. Hermione entró, muy alegre. Al parecer el Ministerio no estaba tan desolado como creía.

—Hola Harry. ¿Cómo está todo?

—Bien, todo en orden —no quería preocupar a su amiga suficiente tenía con el malestar que de seguro tendría Ginny.

—¿Aun crees que soy una niña? —preguntó Hermione frunciendo el ceño en señal de desagrado, por la evidente mentira.

Harry tendría que distraerla con algo, y rápido, no quería la típica cantaleta que le proporcionaba Hermione desde que eran niños, así que pregunto:

—¿Dónde está Ron?

Como atraído por las palabras de Harry, Ron hizo su entrada a la oficina.

—Hola Harry, hola amor. —con un pequeño beso el pelirrojo saludó a su esposa, y para Harry fue un poco incómodo porque a pesar de los años nunca se acostumbró por completo.

—Tenemos que hablar Harry —dijo Ron con tono de preocupación.

—Sí, también tengo que contarte cosas. — la cara de Hermione se puso roja de la ira y dijo casi gritando:

—Ustedes dos no se atrevan a ocultarme algo. Ronald Weasley, dime en este instante que está pasando.

La cara de Ron se tornó pálida como el papel, haciéndolo acercase a Harry.

—Harry Potter, no se te ocurra decirme que no es nada —dijo la señora Weasley dando pasos a donde estaban ellos haciéndolos retroceder hasta que se encontraron con la pared, en ese instante Harry, decidió hablar.

—Creo que algo se avecina, algo oscuro.

—Pienso lo mismo —se apuró a decir Ron— las fugas en Alemania no cesan, pero Hermione no quiero que te involucres en esto, es peligroso, no quiero que te pase lo de la última vez

Todos recordaban el suceso con Circe y no se atrevían a mencionarlo.

—Ronald, la última vez, pensé que habías muerto, eres el que menos debe hablar de eso, así que pónganme al tanto de la situación. —al decir con suavidad esto los miró a los dos—. Quiero la verdad ahora, no se los estoy pidiendo, se los exijo.

Harry y Ron le comentaron de las fugas, y de su encuentro con Circe, ella puso atención a cada una de sus palabras, y luego intervino Ron

—Creo que deberíamos convocar a una reunión urgente, le enviaré una lechuza a Hannah para que prepare todo, ¿te parece Harry?.

—Sí, pero primero iré a Hogwarts, tengo que hablar con McGonagall.

—Yo no poder asistir, esta parte la dejo en sus manos, tengo que hacer un viaje —dijo Hermione

—¿Un viaje? Amor, no me habías comentado nada…— dijo Ron.

—Sí, son asuntos de la Orden. Neville me pidió unas plantas mágicas sumamente raras, él no se puede desplazar, así que iré yo.

Harry notó algo raro en la respuesta de Hermione, pero decidió darle el beneficio de la duda.

—Esto es más importante —intervino él.

—Lo sé, pero confío en ustedes, confío en que me mantendrán informada. Además solo va hacer unos días.

—Bueno chicos —dijo Harry quitándose las gafas para limpiarlas— creo que mejor me voy a casa, Ginny debe estar furiosa.

—Harry —dijo Hermione mirándole a los ojos—no dejes que el trabajo te haga perder a Ginny. Ella te ama, pero no puedes siempre poner por delante el trabajo.

Harry escuchó el consejo en silencio y asintió.

***

Cuando llegó a casa solo estaba despierta Ginny.

—Los niños se quedaron esperando para darte su regalo.

Harry se sintió culpable. De seguro le habían preparado algo muy bonito y él lo había desperdiciado por estar en el trabajo.

—Lo siento.

—No te disculpes, amor. Te queremos mucho, y entendemos que lo que haces es importante. Solo que a veces nos sentimos un poco desplazados por el Departamento de Aurores.

El rostro de Ginny reflejaba cierta ternura, y Harry la besó.

—Feliz cumpleaños.

—Ustedes son el mejor regalo que tengo —dijo Harry y la abrazó.

—Lo sabemos —respondió ella sonriente—, sin embargo creo que tengo algo para ti que te va a encantar. Cierra los ojos…

Harry cerró los ojos y a los pocos segundos Ginny le ordenó que los abriera. Ella sostenía un sobre.

—Esto llegó hoy en la mañana, después de que fueras al trabajo.

—¿Una carta?

Harry tomó el pedazo de papel. De seguro era una amenaza de los TotenEssen, el grupo de magos oscuros de Alemania que se habían escapado de Numengard. No sintió, sin embargo, presencia mágica alguna en el papel. Era de lo más ordinario que había tocado jamás.

Con sumo cuidado volteó el sobre y, al ver el remitente, cayó sentado en el sofá cercano.

—No te lo esperabas, ¿verdad? —dijo Ginny, sonriendo.

—Es una carta de mi primo Dudley —logró decir Harry, aun asombrado y, con un pase de varita, abrió el sobre.

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Estudio periodismo en la Universidad de La Habana, escribo novelas y trabajo como periodista en CMBF Radio Musical Nacional. Potterhead!

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