‘Harry Potter y el Sextante de Plata’: Capítulo 6!

Una vez más regresa con ustedes Harry Potter y el Sextante de Plata. El capítulo de hoy fue totalmente escrito por BatLumos99. Esperamos que les guste y envíen las propuestas de continuación.

Recuerden seguirnos en las redes sociales, donde publicaremos los mejores Fanfics que llegan a nuestro email hpsextante@gmail.com.

Además, queremos invitar a todos los artistas lectores del Blog a que nos envíen portadas realizadas por ellos mismos. Acá publicaremos las mejores y escogeremos mediante los votos de nuestros fans en Facebook uno para confeccionar nuestro libro en formato digital.

Ahí les va:

Anteriormente en Harry Potter  y el Sextante de Plata:

  • Tras 19 años de vencer a Lord Voldemort, Harry y Ron trabajan en el Departamento de Aurores.
  • Algún mago oscuro ha enviado mensajes a Harry mediante un curioso instrumento: un sextante de plata.
  • Oliver Wood ha hechizado a Ginny, ante los atónitos magos que presencian el inicio de la nueva temporada de Quidditch, y Harry ve la piel de su esposa parecida a la de Dumbledore cuando la maldición del anillo lo poseyó…

Capitulo 6

El Interrogatorio 

Por BatLumos99 

Harry se despertó bruscamente en la silla de la sala de Ginny, después de pasar una noche llena de rostros serpentinos que silbaban y chasqueaban triunfantes. Como esa, llevaba varias noches seguidas, y cada vez que conseguía apartar esas imágenes, otras escenas tomaban su lugar, cada vez más inquietantes y aterradoras.

Se enjugó los ojos, todavía dormido, y le echó un vistazo a Ginny, que parecía que todavía estuviera dormida. Su diagnóstico no arrojó luz sobre su estado casi cercano al coma o sobre su mancha oscura en el cuello. Determinaron que había sido atacada por una maldición tan poderosa como indetectable, y dictaminaron que tendría que quedarse indefinidamente, hecho que supuso un duro golpe tanto para su marido como para su hermano.

Harry no se había separado de ella desde que una enfermera les comunicara que podían visitarla, y parecía que no vivía para otra cosa que observar durante horas el cuerpo vacío de Ginny, absorto en las comisuras  de sus labios o su melena roja como el fuego. Se había desentendido del caso, aquello no le importaba en comparación con lo que había ocurrido en el estadio de quidditch aquel fatídico día, y en las horas de soledad se atormentaba en silencio, acuciado por la idea de que si Ginny no regresaba habría sido por su culpa, por no haber actuado a tiempo, por no haber sospechado de Oliver, de Lee, y del resto de jugadores. Estaba dispuesto a acompañar a su esposa hasta el fin de los días, y de hecho para Harry era así, pues había perdido el contacto con el mundo exterior, y no calculaba el tiempo pasado en esa silla, contemplando la camilla ocupada, pero le daba igual si habían pasado dos días o si el mundo hubiera llegado a su fin. Solo le importaba quedarse con Ginny para cuidarla, aunque en el fondo de su ser una voz le decía que no iba a servir de nada, y Harry se hundía aun más en el abrumador acto que había causado al utilizar el sextante de plata.

Ron y Hermione visitaban a Ginny todo lo que su trabajo y el tiempo que ocupaban en buscar al misterioso nuevo antagonista les permitía, pero Harry les culpaba por no dejar de lado sus obligaciones y acudir en la ayuda de la convaleciente Ginny. En cuanto sus amigos entraban, su cara se tornaba de un aspecto sombrío, y se encerraba en su máscara de preocupación, pero en su interior ardía un odio incomprensible hacia sus amigos, que no se aplacaba con nada.

Los días pasaron, y Harry seguía desconectado del mundo. Pero pronto tuvo que volver a la acción. Ocurrió en un día encapotado y húmedo, típico de Londres por aquellos meses. Harry miraba una araña que se balanceaba en su tela de la esquina de la habitación, que parecía muy concentrada en su trabajo. No se percató de que la puerta se abrió con un gran estruendo, dejando ver a un Ron enojado y a Hermione intentado calmarle.

-¡Esto es increíble! ¡Me quejaré a Kingsley, y por las barbas de Merlín que echaré a esa arpía del Ministerio!- masculló Ron como si estuviera escupiendo una grajea con sabor a moco.

Harry, que no había visto así a su amigo desde que los Chudley Cannons perdieran contra los Tutshill Tornados, abandonó su estado casi inerte de los anteriores días y se interesó por el enfado.

-Ron, ¿qué ha ocurrido?- le preguntó Harry intentando apaciguar su enfado.

– Es esa bruja de Skeeter. Yo dije que la teníamos que enviar a Azkaban, pero nadie me hizo caso- resopló Ron en cuanto tomó asiento al lado de Harry-. Mira lo que ha publicado en El Profeta-.

Harry cogió el ejemplar que Ron le señalaba. La verdad es que las enfermeras le traían el periódico todos los días, pero no se molestó ni siquiera en echarles una ojeada.

En la portada, una maga de España enseñaba sonriente el Trofeo a la Maga del Año. Buscó en el índice, y al llegar al artículo, no le extrañaba el enfado de su amigo:

                                                  Los Asesinatos Vuelven

                                                    ¿Fraude o Broma? 

En los últimos días, se han cometido varios disturbios en lugares como Grimmauld Place, hogar de la ya desaparecida Orden del Fénix, o el estadio de Worcestershire. Todo esto nos lleva a pensar que quizás un mago tenebroso haya resurgido y ocupado el puesto que dejó libre Quien-Ustedes-Saben. Pero puede ser que algún mago quiera hacerse famoso a costa de esto. Según mi aguda observación y algunas de mis fuentes más fiables, Harry Potter tiene que ver con lo ocurrido. Algunos testigos afirman que Potter fue avistado en Grimmauld Place y que él conjuró los cuerpos encontrados allí, y espectadores del partido entre las Holyhead Harpies y Gran Bretaña presenciaron acercarse a los vestuarios un compinche de Potter llamado Weasley e  inducir a los jugadores la maldición Imperio para atacar a los aurores y demás espectadores. Recordemos que Potter fue un personaje de dudosa credibilidad que derrotó al Señor Tenebroso por primera vez, pero que regresó misteriosamente, lo que nos lleva a pensar que tal vez no todo fue como nos lo contaron. Luego acabó por segunda vez con él durante la Batalla de Hogwarts. Pero puede que regrese otra vez, al fin y al cabo todo podría ser un burda farsa mantenida para llevar a Harry Potter a la fama. Según distintos personajes del Ministerio, todo lo ocurrido puede ser una treta trazada por Potter para recuperar la fama que abandonó al convertirse en Auror, donde realizó varios actos incalificables que les detallaré en mi siguiente artículo. ¿Qué opinan ustedes? ¿Un nuevo enemigo o una vieja fama? 

Al llegar al final del artículo, Harry sacó su varita y, apuntando al periódico, conjuro una llama que devoró la tirada en décimas de segundo. El enfado de Harry era tal que si hubiera tenido a Rita Skeeter delante la hubiera convertido en pasto para los basiliscos. Estaba iracundo, y por un momento apartó a Ginny de su cabeza. No podía creérselo, esa bruja se la había jugado otra vez, como las veces que tergiversó su actuación en el Torneo de Los Tres Magos, o cuando tachó su relación con Dumbledore de morbosa y movida por interés mutuo. Se levantó de la silla hecho una furia, y caminó hasta la puerta. Hermione, que ya se había calmado, adivinó las intenciones de Harry, y al ver que agitaba  la varita, le alcanzó antes de que se desapareciera.

-Harry, no vale la pena. Solo quiere conseguir público que lea sus mentiras. Además, seguro que Kingsley no está de acuerdo con ella- repuso Hermione.

Harry recapacitó, y se detuvo ante la puerta. No podía dejar a Ginny, ella le necesitaba. No sabía que hacer, y en su interior un coro de voces le contradecían y le defendían. Solo en el fondo de su ser encontró el espíritu que le situó por el buen camino.

 -Pues entonces  iremos a ver a Kingsley -sentenció Harry.

En cuanto salieron al exterior, el trío buscó un callejón resguardado, y cuando estuvieron a salvo de miradas indiscretas, se desaparecieron. Tras pasar todos los encantamientos de seguridad, llegaron hasta un despacho pulcramente decorado, que desentonaba con la abarrotada mesa llena de fichas e informes. Kingsley estaba paseando por la habitación, visiblemente preocupado. En cuanto la presencia de Harry llegó a oídos del Ministro, giró la cabeza y clavó los ojos en su visitante. Se acercó a él y pudo descubrir unas grandes ojeras de varios días en vela, y se le olvidó el motivo por el que habían venido. El enfado de Harry se esfumó, pensando que aquello era más importante que la arpía de Skeeter.

-Harry, necesitamos tu ayuda. No hemos podido descubrir nada, y la directora McGonagall está preocupada por lo sucedido. Ahora iba a explicarle los hechos, ¿querríais venir conmigo?-propuso Kingsley con un deje de histeria en la voz.

La idea de ir a Hogwarts le producía una enorme alegría a Harry, ya que supondría volver al único lugar al que consideró un hogar, pero también tenía una gran congoja. El mago podría actuar ahí, y no quería que pasara nada malo en su querida escuela, después de que fuera casi destruida por Voldemort. Además, en ese lugar se encontraban sus hijos, estudiando despreocupadamente, y eso le producía un gran desasosiego.

-Está bien-aceptó Harry con un deje de voz. Sus amigos le miraron preocupados, y al ver la expresión de su rostro, supieron sus miedos.

Se cogieron de la mano, y la mano de Ron le condujo a una oscuridad agobiante. Segundos después, Harry abrió los ojos. Se encontraban cerca de la entrada de Hogwarts, por donde entrara en sexto año, guiado por Tonks. La silueta del castillo con sus torres y sus interminables pasillos llenó de alegría a Harry. Por fin volvían al lugar en el que tantas aventuras habían vivido. No pudo apartar la idea de que el cuerpo de Voldemort se encontraba allí, que le infectó la mente de improviso, y su alegría se disipó.

-No recordaba las vistas desde aquí, ¿crees que Rose se alegrará de vernos?- preguntó angustiada Hermione, como si el hecho de que su hija no se emocionara al verlos fuera lo más importante en ese momento.

-No vamos a entrar en el castillo, iremos por un atajo secreto-dijo Kingsley, echando a andar-. Nos lo enseñó Dumbledore. Privilegios de la Orden-, bromeó al ver la expresión curiosa de Harry.

Caminaron hasta la linde del Bosque Prohibido, que le trajo recuerdos al grupo. Allí fue donde conocieron a Aragog, perdieron el coche volador del padre de Ron y donde Harry perdió la Piedra de La Resurrección, aunque había oído que Ted Lupin la había encontrado. Harry se dijo a si mismo que tendría que hablar con él sobre eso.

Llegaron a un claro del bosque, y en el medio había un tronco cortado. Tendría varios años, y a Harry le pareció peligroso, pero Kingsley se acercó a él y murmuró unas palabras. Acto seguido, agitó la varita tres veces. De pronto, un crujido monumental sacudió el claro, y Ron se echó a los brazos de Hermione. Harry no pudo contener la risa, y pensó que era la primera vez que se reía en varios días. Kingsley les apremió a cruzar el pasadizo que había surgido del tronco, algo estrecho para un adulto. Kingsley fue el primero, luego Hermione que todavía tenía a Ron encima, y por último Harry, que se adentró con decisión, dispuesto a lo que fuera.

Después de unos minutos, Harry vislumbró una tenue luz que se colaba por una rendija al final del pasadizo. Con enorme esfuerzo, pudieron abrir la losa que cubría el tramo final. Se encontraron en una de las estanterías del despacho de Dumbledore, y enfrente de ellos estaba Minerva McGonagall, mirándoles con cierto asombro. Hermione recordó que a ella la había visto más recientemente, pero a sus amigos no los veía desde hace casi 19 años, y en ese tiempo la gente cambiaba.

-Señor Potter, Granger, Weasley, ¿que hacen ustedes aquí? Solo me he citado con el señor Ministro-alcanzó a decir la directora.

-Minerva, les he traído para informarte de lo sucedido. Ellos saben mejor que nadie lo que está pasando. Adelante, chicos.

Durante lo que duró el relato, la ex profesora hizo más muecas de asombro que de preocupación. Parecía que admiraba lo sucedido.

-Esto es increíble, no puede ser. Voldemort -para Harry fue la primera vez que le oía decir  aquel nombre- fue destruido. Tiene que ser una broma, algún personaje que quiere asustarnos -dijo McGonagall con la esperanza de que así fuera.

-Me temo que no- repuso Kingsley con voz concisa- Además, hay otra razón por la que hemos venido. Creemos que puede estar implicado un alumno de Hogwarts -confesó el Ministro.

El silencio cayó como una pesada losa de cemento. Un alumno, «¿cómo había llegado a esa conclusión?» parecía preguntarse silenciosamente el grupo. La directora solo miraba de hito en hito al Ministro y al grupo, tan sorprendida como el resto.

-Insinúa que un alumno de Hogwarts ha quebrantado mis normas y ha hecho todo simplemente para asustarnos -dijo McGonagall, repentinamente ofendida por la declaración.

-Podría ser. No es la primera vez que un alumno se sale del camino, y quizás esa podría ser la pista. Necesito que congregues a todos los alumnos que hayan ido al partido entre las Holyhead y Gran Bretaña, y si es posible al profesor Longbottom. Diles a los jefes de casa que les preparen para un interrogatorio- pidió Kingsley con su habitual pasividad. La profesora recuperó la compostura, e invocó a cuatro gatos plateados que llevaron el mensaje a los jefes.

-Estarán en el Comedor dentro de 5 minutos -informó la directora, y dicho eso abandonó el despacho. A Harry le vino a la mente aquella chica que peleó en el estadio. Ahora que lo pensaba, resultaba extraño que pudiera con varios magos más poderosos que ella. En el interior de Harry creció una desconfianza hacia aquella chica, pero la abandonó por la expresión amable que le ayudó en el fragor de la batalla.

El interrogatorio comenzó a la hora acordada. Una veintena de chicos acudieron al comedor, y todos ellos fueron interrogados individualmente. Harry se sintió extenuado, ya que el interrogatorio había durado más de lo que esperaba, y todos aquellos chicos no tenían pinta de crear Horrocruxes ni mucho menos. Hermione era la que más se implicaba, pero Ron y Harry se habían distendido a los 20 minutos. Poco a poco quedaron menos sospechosos, hasta que solo quedaron dos nombres por tachar: Circe y… Edgar Dolohov.

Primero pasó Edgar a petición de Harry. Quería interrogarle primero a él, todavía no quería abandonar sus ideas sobre Circe.

-Nombre- repitió Kingsley casi mecánicamente después de varios interrogatorios.

-Edgar Dolohov. Slytherin-dijo Edgar con suma paciencia, impropio de su edad. Se adelantó a Hermione al decirle su casa. Se veía que había asimilado el método. A Harry le recordó a Dolohov precisamente, pero no por eso iba a prejuzgarle.

-¿Fuiste al partido entre las Holyhead Harpies y Gran Bretaña?-preguntó Ron interesado por la actitud del chico.

-Sí. Me gusta ver otros partidos que no sean entre jugadores de 15 años -dijo Edgar con la misma paciencia que antes. Había algo en aquel chico que no le gustaba a Harry, pero decidió que era porque su pariente fue un mortífago.

-¿Participaste en la pelea que tuvo lugar minutos después del comienzo del partido? -le preguntó Kingsley con renovada dureza.

-No, desgraciadamente. Ese Longbottom nos echó a todos del estadio casi a patadas. Buenos movimientos, por cierto -dijo dirigiéndose a Harry. Le pilló por sorpresa, y su tono de concesión le dio ganas de sacar la varita y aturdirle, pero se controló a tiempo con los nervios a flor de piel.

-¿Tuviste algo que ver en la posesión de los jugadores?-le preguntó Hermione, evidentemente impresionada por la actitud del chico ante Harry.

-No, yo haría algo más sutil, no tan brusco como lo de Wood. Sencillamente, pienso que quien lo hizo no tuvo la elegancia necesaria- repuso el chico mirando al trío.

A cada pregunta que respondía, su odio hacia aquel chico crecía, y cada vez más se parecía al mortífago. Pero supo contenerse durante la sesión.

-Está bien. Puede irse -dijo Kingsley tras unos minutos de interrogatorio.

-Ha sido un placer-dijo Edgar haciendo una reverencia. Se alejó por el pasillo central. Harry le contó a Ron sus sospechas sobre él. Levantó el pulgar dando a entender que compartía su opinión.

La puerta del Comedor se abrió y por ella apareció Circe, con la túnica ondeando por el revuelo. Era guapa, parecía inteligente, de cabello rubio  rostro humilde. Harry sospechó al verla, pero una vez más su expresión jovial le distendió de esas sospechas.

-¿Nombre? -preguntó Kingsley.

-Circe McAdams.

-¿Casa? -preguntó Hermione.

-Ravenclaw -respondió Circe, lo que daba la razón a Harry en cuanto a que era inteligente.

-¿Fuiste al partido entre las Holeyhead Harpies y Gran Bretaña?

-Sí, y confieso que era muy emocionante -repuso Circe.

-¿Tuviste algo que ver en la batalla que sucedió al comienzo?

-Sí, yo venía del baño, me dio permiso el profesor Longbottom-desde la otra punta de la sala, Neville asintió-. Cuando llegué, me encontré con unos magos que querían atacarme. Les derribé, creo que el señor Potter me vio -le sonrió a Harry, que la dio la razón por que su teoría concordaba con lo que había visto.

-¿Tienes constancia de que antes del comienzo de la batalla hubo una alarma de desaparición? -preguntó Kingsley. Esa pregunta era nueva para todos, pero nadie dijo nada.

-No tenía ni idea. Yo no vi a nadie, y mis compañeros tampoco- respondió Circe sorprendida por la revelación.

Varias preguntas más tarde, Circe se marchó, dando por infructuosa la pista de Kingsley. Y éste le comunicó a la directora los resultados. De nuevo en el exterior, el Ministro se desapareció el primero, alegando que tenía trabajo atrasado. El trío se quedó solo contemplando el atardecer. Harry fue el primero en hablar.

-Creo que debería volver al hospital.

 -Por favor, Harry… -le suplicó Hermione. Harry entendió las segundas, y les prometió a sus amigos que no volvería a quedarse colgado en esa silla.

Se desaparecieron minutos más tarde, tras contemplar el atardecer como los amigos de toda la vida que eran.

                                                            ***

Pasaron varios días, y no hubo novedad en el caso. Lo más tranquilizador fue que la mancha de Ginny se fue diluyendo, y los sanadores decían que se recuperaría, pero que el tiempo seguía siendo indefinido. A Harry le valió eso, y se incorporó de nuevo al equipo. Hermione había vuelto a utilizar el sextante, alegando que descubrirían el lugar del próximo ataque.

Ella había apuntado una y otra vez el mensaje de Oliver: lo leía al derecho, al revés… Hacía un alto incluso en su almuerzo para plantear una nueva teoría… Harry y Ron estaban más ocupados cuidando a Ginny, por eso dejaron todo el trabajo a Hermione, quien gustaba de este tipo de acertijos.

Y, en una mañana soleada, en la Madriguera, Hermione saltó de la silla, y cogiendo el sextante, dijo:

-Harry, lo tengo. Descifré la pista de Oliver Wood.

Esperamos que el capítulo de hoy les haya gustado. Recuerden escribirnos a hpsextante@gmail.com con sus propuestas de próximo capítulo. Además, sígannos en Facebook, donde habrá concursos y se publicarán los mejores escritores de Fanfic de los que lleguen a nuestro email y también en Twitter…

Si te los perdiste, aquí puedes encontrar los capítulos anteriores:

Nos vemos el viernes…

KNOX

Comentarios

comentarios

Estudio periodismo en la Universidad de La Habana, escribo novelas y trabajo como periodista en CMBF Radio Musical Nacional. Potterhead!

Ver artículos

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.