Por: Inky
Aquella madrugada del 2 de mayo, helaba. Pero a Teddy no le importó. No podÃa dormir con tantos horribles pensamientos. Asà que se levantó de su cama en la torre Gryffindor, corrió a un lado las cortinas de dosel, y salió del cuarto. Entró en una habitación que estaba enfrente a la de él y fue a despertar a su primo, James.
—Vamos, despierta James
—¿Teddy? ¿Qué pasa, hermano?
—Yo… —titubeó Tedddy, no creÃa posible que su primo accediera— QuerÃa decirte…. Pedirte… Que me prestes tu Capa de Invisibilidad.
James se incorporó, interesado en la inusual petición de su primo
— ¿Para qué la quieres?
—Recuerdas que dÃa es hoy, ¿verdad?
— ¿Sábado?— preguntó James, sorprendido.
— No, no— Teddy estaba a punto de perder los estribos por la absoluta ignorancia de su primo, pero no podÃa si querÃa tener la Capa—. Hoy en el Segundo dÃa de Mayo, la batalla de Hogwarts, ¿recuerdas?
Pero James se habÃa quedado dormido, y Ted aprovechó para arrebatarle la capa de su baúl.
Salió de la Torre. La Dama Gorda dormÃa profundamente, y ni se percató de su repentino escape.
Atravesó todo el castillo y, por fin, salió por la gran puerta.
Por suerte, ya habÃa hecho esto millones de veces, asà que se conocÃa el camino de memoria, aún en la oscuridad. Caminó, corriendo en algunos momentos, hasta que llegó a lo que de verdad querÃa ver. Se percató de que las flores se habÃan marchitado, e hizo aparecer unas hermosas orquÃdeas de la nada, y las depositó sobre el mármol. Y leyó en voz alta:
Remus Lupin (1960 –1998) y Nymphadora Tonks (1973 – 1998)
Con Amor no hay barreras
Las lágrimas brotaron repentinamente de sus ojos al ver la tumba de sus padres, en su aniversario número diecisiete. Sin poder contener más la ira y la tristeza en su interior, se adentró en el Bosque Prohibido, el lugar que más le gustaba de Hogwarts, pues era como un refugio para él.
Caminó por un sendero desconocido, hasta llegar a un lugar donde éste se terminaba. Decidió seguir adelante. Corrió arbustos y plantas, siempre avanzando, hasta que llegó a un claro.
Estaba todo muy oscuro, asà que susurró:
— Lumos!
Con la luz que emergÃa de su varita, pudo distinguir los restos de una fogata, asà que corrió para sentarse en el tronco más cercano, pero a los dos pasos tropezó, y sintió un dolor punzante en la nariz.
Se percató de que se habÃa cortado con la mitad de una piedra al tropezar. CentÃmetros al lado de ella estaba su otra mitad. Le gustó particularmente la piedra, asà que pensó que podrÃa llevarle una parte a Victorie, y la otra podÃa quedársela él. Se puso a juguetear con la mitad que lo habÃa lastimado.
Sintió como si alguien lo estuviera observando, por lo que se dio vuelta y su pelo se volvió, de repente, de un color azul turquesa.
Un hombre y una mujer, de extraña resolución, lo observaban alegremente. Re conoció a la mujer al instante: era la persona que le sonreÃa desde la fotografÃa que siempre llevaba consigo, aquella que su abuela tantas veces le habÃa mostrado.
Era su madre.
Su pelo ahora estaba tornándose de un color dorado intenso al tiempo de que, por primera vez en tantos años, y con una certeza imposible de explicar, reconocÃa la cara de su padre, al que nunca vio siquiera por fotografÃa.
Teddy se quedó sin habla, era imposible, corrió a abrazarlos, pero se sorprendió al ver que no podÃa
—Cariño, no vas a poder tocarnos, pero eso no impide que no puedas hablar con nosotros.
Tuvieron una muy interesante conversación, primero, Teddy les contó todo sobre él. luego llegó el turno de sus padres, quienes le contaron una verad, la cruda verdad, una verdad que incluÃa a una tÃa abuela suya, una que no sabÃa que hubiera existido, una que su abuela siempre le habÃa ocultado…