Fanfic: Albus Potter y la Varita Partida – Capítulo 3

Capítulo 3

Primera Noche, Primer Día

Después de la grandiosa cena de la ceremonia (Albus heredó el apetito de los Weasley), el grupo de nuevos alumnos de Ravenclaw se dirigió a la torre de su casa, guiados por el prefecto Raymond Aizawa, un chico alto y delgado de rasgos asiáticos. La puerta para entrar a la sala común no tenía picaporte, solo una extraña aldaba con forma de cabeza de águila.

– Ok, esto es lo más importante que deben recordar. – dijo el prefecto Raymond. – A diferencia del resto de las casas, nosotros no entramos a nuestra sala común con contraseña. El águila en la puerta les hará un acertijo, y si lo resuelven correctamente podrán pasar. La pregunta cambia todos los días, y si no saben como responderla pueden esperar a la ayuda de un prefecto o de un compañero que la sepa. ¿Hay preguntas?

Una chica del grupo alzó la mano, y preguntó: – ¿Eso no le permitirá a cualquiera entrar a la Sala Común, incluyendo estudiantes de otras casas?

– Pues es muy difícil que ocurra, pues una de las características que define a un Ravenclaw es su lógica natural. Me gustaría ver a uno de Gryffindor intentando entrar. – Todos los chicos se rieron por el comentario, a excepción de Albus, quien recordaba cómo su padre logró pasar la puerta con la ayuda de su madrina Luna.

El águila movió su cabeza y habló en cuanto el prefecto Raymond se paró frente a ella: – ¿Qué hay dentro de una caja vacía?

– Aire. – respondió Raymond. – Hoy estuvo sencilla.

La puerta se abrió, y los nuevos entraron a la Sala Común de Ravenclaw. Era un recibidor amplio y de forma circular, con decoraciones en casi todas las superficies, siempre de los colores azul y bronce. Lo que más interesó a Albus fue el techo con la pintura de una noche estrellada, casi parecía que de verdad se hallaba bajo el cielo nocturno.

– Ok, pueden elegir sus habitaciones, pero decidan bien, pues dormirán en la misma todo el año. – dijo el prefecto Raymond.

Antes de que Albus lo notara, ya todo el mundo lo buscaba para ser su compañero de cuarto. En un intento por alejarse de la multitud, corrió a la primera habitación que encontró y se encerró en ella. Habían dos camas en el cuarto, una de las cuales ya estaba ocupada por un chico que desempacaba sus cosas. El niño se sorprendió al ver a Albus, pero no dijo palabra alguna, y siguió sacando la ropa de sus maletines.

– Gracias. – dijo Albus.

– ¿Por qué? – dijo el niño.

– Por seguir como si nada especial hubiera pasado.

– Solo entraste por esa puerta con respiración entrecortada, no veo qué tiene de “especial”. – el niño rió un poco.

– Si tuvieras mi vida, lo entenderías.

El niño buscó la jaula de su lechuza y la colocó al lado de su cama. Era un ave marrón con ciertos toques blancos en las alas.

– ¿Por qué solo traes un maletín contigo? – preguntó el niño.

– Dejé mi equipaje en la Sala Común. Todos me perseguían y necesitaba entrar rápido.

– ¿Y qué hay de tu mascota? ¿La dejarás sola esta noche?

– Mi lechuza se enfermó y tuvimos que dejarla con un veterinario. Papá llamó a la directora, y ella dijo que lo entendía.

– Casi se me olvida, soy Boggart Maloni, ¿y tu?

– Espera un momento, ¿Te llamas Boggart? ¿No es ese el nombre de una criatura?

– Así es. Mis padres pensaron que yo sería valiente si me nombraban así. Supongo que tuvieron razón. – Boggart sonrió a pesar de la vergüenza que sentía.

– Créeme que es mejor llamarte así a tener mi apellido. Soy Albus Potter.

Los ojos de Boggart se abrieron de repente.

– ¡Ahhh! Por eso todos estaban tan interesados en ti.

– ¿No recuerdas haber oído mi nombre en la ceremonia?

– ¿Acaso tú recordabas el mío?

– No.

– Entonces no hables. – Ambos se echaron a reír.

Albus se sentó sobre la otra cama y desempacó sus libros de texto. Boggart no volvió a decir nada para no incomodar a su compañero. Era un chico de cabello negro y liso, algo relleno de la barriga y los cachetes, pero no demasiado.

– ¿Tus padres son mágicos? – preguntó Albus para romper el silencio.

– Solo mi mamá. Mi padre es muggle. Es una historia interesante.

– Tengo tiempo para oírla, si tu la quieres contar.

– Bueno, mi padre descubrió que ella era bruja cuando desvió la mirada a su ventana por accidente, y vio como levitaban los platos al lavavajillas. Al principio mi mamá iba a ser amonestada por revelar la existencia de la magia a un muggle, y él tendría que perder su memoria con un Obliviate, pero ambos evitaron que ocurrieran ambas cosas.

– ¿Cómo?

– Casándose. Según la ley, un muggle puede tener conocimiento de la magia si sus hijos resultan ser magos, o si consagra matrimonio con una bruja. A la final tuvieron que casarse a la fuerza, pero créeme que hoy día se quieren más que muchas otras parejas.

– Tenías razón, si fue una historia interesante.

Albus despertó con la salida del Sol. Inmediatamente después de bajar de su cama, buscó entre las páginas de “Historia de la Magia” un secreto que le dio James para comenzar bien el primer año: el Mapa del Merodeador.

– Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas. – dijo Albus. Con esa contraseña, lo que antes parecía un pergamino viejo y doblado ahora mostraba el mapa de Hogwarts en su totalidad, con la localización de los salones, maestros, y hasta estudiantes.

– ¡No puede ser! – dijo Boggart, despierto desde hace unos minutos, el suficiente tiempo para ver a Albus sacar el mapa, quien trató de ocultarlo en su libro por el reflejo. – Ya se que lo tienes ahí. ¿Puedo verlo?

– Está bien, pero no se lo digas a nadie. Si no, mi hermano me matará.

Albus volvió a sacar el mapa de entre las páginas de su libro. Boggart se sorprendió al ver su propio nombre en él, con su ubicación exacta en Hogwarts.

– ¿Cómo es que tu hermano consiguió esto? – preguntó Boggart, todavía fascinado.

– En realidad era de mi padre.

– Eso lo explica todo.

Boggart buscó su teléfono inteligente entre las gavetas al lado de su cama, para tomarle una foto al mapa.

– ¿Qué es eso? – preguntó Albus. Es extraño pensar que ambos tenían algo que activaba la curiosidad del otro.

– Es un IPhone 6. Fue un regalo de mi padre para mantenernos en contacto, pero solo lo uso como cámara porque no recibo señal en el castillo.

– Lo único que entendí de lo que dijiste fue “es un regalo”.

РD̩jame mostrarte.

Boggart colocó su IPhone en frente del mapa, y a poner su dedo sobre la pantalla, el lente de atrás se prendió con una luz instantánea. Acto seguido, Boggart le mostró a Albus la imagen del mapa que ahora tenía en su pantalla.

– Los muggles también tienen sus trucos. – dijo Boggart. Albus tenía que admitir que ese aparato era impresionante, pero siempre mantuvo la idea en su cabeza de que no existe mejor herramienta que una buena varita hecha a mano.

– ¿Qué clase tienes primero? – preguntó Albus.

– Transformaciones, y tu?

– Defensa contra las Artes Oscuras.

РUn consejo: No te encari̱es mucho con el profesor. Desde que llegu̩, me han dicho que todos los que dan esa materia terminan renunciando tarde o temprano.

– Conozco muy bien esos rumores. – Albus recordaba los nombres de cada profesor de Defensa que tuvo su padre. De hecho, James es muy amigo del hijo de uno de ellos, Teddy Lupin.

– Bueno, ya me tengo que ir. – dijo Boggart.

РYo tambi̩n. Me queda poco tiempo para llegar.

– Oye, gracias por lo del mapa. Tenía miedo de perderme el primer día. – Boggart soltó una pequeña risa.

– Justamente por eso me lo dio James. Podrá ser un tonto la mayoría de las veces, pero es muy buen hermano.


->Lee el siguiente capítulo.

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