Dato Curioso: El «Ladrillo» de Colin Creevey en ‘Harry Potter y la Cámara Secreta’

Quienes hayan visto la segunda entrega de la serie de películas de Harry Potter, Harry Potter y la Cámara Secreta, recordarán que Colin Creevey aparece en algunas escenas, la primera vez en el minuto 32, con una cámara fotográfica bastante curiosa, a tono con todo el entramado.

¿De qué cámara se trata? Pues, aunque es bastante poco conocida, sobre todo si se la compara con las míticas Leica, Zeiss Ikon, Kodak o incluso la Praktica y más adelante las japonesas, se trata de una de las más vendidas a lo largo de la historia: la Argus C3, conocida como el ladrillo («the brick»), por su aspecto y su peso, que supera los 850 gramos y que se vendió durante 27 años.

Las cámaras Argus son de origen estadounidense, concretamente de la ciudad de Ann Arbor (Michigan) donde estuvo la fábrica durante sus 33 años de actividad (1936-1969). La empresa fue fundada por el empresarioCharles Verschoor, quien durante un viaje a Europa tuvo la oportunidad de ver las cámaras Leica.

A Verschoor, cuya empresa de electrónica International Radio Corporation (IRC), no iba demasiado bien, se le ocurrió la idea de hacer una cámara de bajo coste para el usuario medio de los Estados Unidos. Y, dicho y hecho. No fue la C3 la primera cámara que salió de Ann Arbor, sino la Argus «A», que se produjo entre 1936 y 1941 con un precio de unos 10 dólares, unas diez veces menos que la Leica.

El Auténtico Ladrillo

La primera C3, el auténtico ladrillo, comenzó su andadura en 1939 y con sus diversas variaciones llegó hasta 1966, aunque todavía en los inicios de la década de los 70 se podían comprar algunas unidades de esta cámara telemétrica. Se puede decir que si bien Kodak popularizó el uso de la cámara fotográfica, Argus lo hizo con los carretes de 35 milímetros, o, al menos, esa es la opinión de muchos expertos.

También Apareció en ‘Historias de Filadelfia’

El «ladrillo» que aparece en la película citada es concretamente un modelo denominado «matchmatic», fabricado entre 1958 y 1966, y que tenía, entre otras curiosidades, un cuerpo que mezclaba los colores negro y piel y una conexión lateral para flash, que también se puede observar en la película.

Sin embargo, pese a lo que se pueda creer, no es una cámara sencilla de usar, por lo que se refiere al paso de la película que requiere cierta destreza y hacer un cálculo que si sale mal puede dejar una foto superpuesta a otra o con demasiado espacio respecto al siguiente fotograma.

Además, como las Leica, hay dos visores: uno es para hacer la composición de la imagen y otro para ajustar el enfoque telemétrico, es decir, por superposición de imágenes. Pero, con o sin dificultades, esta cámara ha sido durante su existencia una de las más vendidas de la historia y no sólo ha tenido su hueco en una película de Harry Potter, sino también en «Historias de Filadelfia», pero esa es otra historia.

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